jueves, 15 de julio de 2010

Y llegó el Arcoiris!!!







A las 4:06am termino la votacion. Con 33 votos a favor, 27 en contra y 3 abstenciones (que tampoco habrian cambiado el resultado de ser negativas), Argentina le dijo SI al matrimonio entre personas del mismo sexo. Le dijo SI al amor, al respeto, a la solidaridad y le dijo SI a las familias. A las familias diversas que YA EXISTEN y que ahora pueden salir de la opresion, porque la ley les reconoce los mismos derechos.
Ahora comienza el trabajo para educar a los segmentos sociales que se oponen a la igualdad, que tienen miedo a la diversidad y que no conocen otra forma de accion que señalar la diferencia con el dedo.
"Los valores sociales se van al carajo" ¡¡¡BUENISIMO!!! yo amo los valores, pero no esos que se construyen sobre la segregacion y el sufrimiento ajeno. Esos ¡NO!
Demos la bienvenida a los valores de solidaridad y respeto y alegremosnos por hacer parte de una sociedad que se animo a decirle SI a esas mujeres y esos varones cuya identidad sexual es diferente de la mayoria. Y en las palabras de Quino:



miércoles, 14 de julio de 2010

No es normal, pero lo quiero como si lo fuea.

Llevo semanas tratando de reastrear el odio disfrazado de valores familiares que hay detrás de toda la militancia religiosa en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, aca en Argentina. Esas semillas de odio esparcidas en nombre de la familia, de las tradiciones, en nombre del respeto por un lenguaje que ya es discriminador y del cual no logramos liberarnos.
Esa segregación disfrazada de encuentro ecuménico, la falsa bandera de Cristo izada sobre el sufrimiento de tantas personas.
Estoy llena de rabia y de impotencia.
Y cuando les preguntás abiertamente a las personas que se oponen, cuando les decís que si fuera uno/a de sus hijo/as qué harían, que por qué tratarlos con piedad si no están enfermos.... Te salen con cosas como "lo voy a querer igual", "convengamos que normales normales, no son". Pues ¡¡NO CONVENGO UN CULO!!
Ahora, mientras escribo esto, se debate en el Senado la ley de matrimonio homosexual, que busca reconocer un derecho negado a las personas con orientación sexual diversa, permitirles amar legalmente como se nos permite a las personas heterosexuales. Y pienso en la "piedad" hacia los/las homosexuales que tienen los prelados católicos, las señoras "de bien" que caminan para defender a la familia, los borregos (femeninos y masculinos) que sin hacer un análisis marchan siguiendo el llamado de un obispo misógino, de un pastor corrupto, de un rabino homofóbico... haciendo ojos ciegos a los errores humanos de sus instituciones, olvidando a estas personas con nombres y apellidos a quienes se les ha negado la posibilidad de ser padres y madres, de esos niños y niñas que no pueden vivir en paz con sus dos madres o dos padres, pero de los que nadie se hará cargo cuando tengan como destino la calle, el delito, la prostitución. Porque ahí los fieles de las iglesias no puede hacer más que rezar por la/os abandonada/os, condenar a las prostitutas (no así a quienes las consumen), rechazar el delito y de tanto en tanto ir a las cárceles o donar un par de zapatos y algunas mudas de ropa.
Mientras tanto yo aca... pidiéndole a Dios que algo pase y mágicamente cambie esta situación de mierda que tienen todas las personas cuya orientación sexual no "encaja" dentro de lo que nuestros padres fundadores (todos varones), nuestra iglesia construida sobre Pedro, ha dicho que debe ser la familia.
Estoy llena de rabia... y de miedo, porque se que hoy se define todo.
¡NO SE NEGOCIAN LOS DERECHOS!

miércoles, 5 de mayo de 2010

Los misterios del amor


Cuando tenemos que elegir entre sufrir y no hacerlo, siempre optamos por la segunda opcion.
Excepto cuando amamos.
No estoy segura si es una opcion consciente o no. Pero se nos presenta. Y de igual manera la tomamos. Sea como sea, al elegir amar, elegimos sufrir. Y no importa. Lo hacemos igual.
Lo buscamos, lo deseamos y si no lo conseguimos, nos frustramos y nos sentimos fracasada/os.

Yo me sentí fracasada pocas veces en estos términos.

He amado muchas veces y lo sigo haciendo. Pero tengo más obstáculos. Conozco los riesgos y tengo miedo de hacer más amigos, porque se que sufriré más y odio que pase el tiempo, porque sé que estoy más cerca del momento en el que el amor me pase su factura y venga el sufrimiento.
Pero apesar de conocer esto y de sentir miedo, termino siempre apelando a mi personalidad de conductora suicida y me meto sin más, a esta carrera vital de tener amigo/as, marido, hijos, familia.

Hoy cumple 1 año mi sobrina Elena. Mañana cumple 8 años mi sobrino Simón. Y los extraño.
A Simón lo veo poco, antes siempre lo veía... a Elena no la vi nunca.
Y pienso en sus manos que crecen, en los dientes que nacen y se caen y en ese código genético que tiene el secreto de su vida biológica, y no puedo evitar llorar.
Y siento que no entiendo nada!.
No entiendo mis esfuerzos por tener todo ordenado, el trabajo hecho para la fecha programada, la lectura terminada para el seminario acordado, la comida lista y caliente en el horario pactado... perdiéndome de esas células reproduciéndose, creciendo en el cuerpo de Elena, de Simón, de mis hijos... esas manos perfectas y chiquitas de mi hija de 8 años, las uñas negras por jugar en las manos de mi adorado hijito... y yo angustiada por los horariosese , por los deadlines... mientras ella/os crecen y se olvidan de ser chicos y se cargan con responsabilidades y se creen los regaños que les dicen que ya son grandes, que de ellos no podemos esperar eso.
Hoy decido esperar de ellos todo. Lo bueno y lo malo. Son niño/as! condenado/as a crecer. A pagar ese precio de amar... ese precio que yo ya estoy pagando.

miércoles, 7 de abril de 2010

En las buenas y en las malas


El sábado 27 de marzo me levanté muy temprano con mi hija Ana Sofía. Fuimos a charlar un rato y ver la tele y por error llegué al canal TV Chile (que veíamos siempre en el tiempo que viví en Viña del Mar) donde mostraban las imágenes del terremoto que acababa de azotar el país vecino. Para esa hora había "solo" 77 muertos. Con sorpresa y nerviosismo me senté a ver las imágenes de Santiago, Valparaíso y Viña que pasaban y buscaba un lugar común, un lugar que recordara, en un intento por sentir más de cerca el sufrimiento o quizás en un intento por tranquilizarme al saber que ya no estabamos ahí y que ahora no corríamos peligro.
El terremoto en Chile movilizó mucho a la sociedad argentina. Me sorprendió, la verdad.
Desde que llegué a la Argentina, me he encontrado con un sentimiento generalizado de molestia y a veces desprecio por los chilenos. Los orígenes están un poco en las historias de guerras, amenazas de guerras, toma de partido en guerras... en general por posiciones y anécdotas bélicas. Según me han contado, los chilenos sienten de un modo similar hacia los argentinos. Y cuando hablo de mi sorpresa por la reacción, no quiero decir que esperaba que no les importara, sino que me hizo acordar a la relación con los hermanos. En especial la relación con mi hermano.
Nuestra relación también tiene anécdotas bélicas. Probablemente historias de rabia o desprecio.
Pero a la hora de la verdad, al momento de tener que asistir al otro/a, ahí estábamos, como hermanos que éramos, apoyando y corriendo a ayudar.
Me llena de orgullo que los argentinos salieran corriendo a asistir a los chilenos luego del terremoto.
Y no solo que enviaran comida, dinero, frazadas. Me llena de orgullo que se solidarizaran con su sufrimiento, con su angustia y que se olvidaran de toda la historia de rencor al otro lado de los Andes.
¿A quién le importa? Al final la guerra la declaran unos cuantos y la padecemos todos. Las posiciones políticas las venden los diarios, editados por unos pocos pero leídos por casi todos.
Mi reconcialición con mi hermano también necesitó de una catástrofe, pero fue menos trágica que la de mis actuales vecinos: la separación permanente. Aún así, me duele y averguenza saber que necesitamos alejarnos tanto, física y emocionalmente para poder notar las pequeñeces que movieron nuestro suelo. Y lo peor es que las réplicas se sintieron en todos los aspectos de mi vida.
Y hoy me siento orgullosa por Argentina. Pero muy triste por Gloria.

viernes, 29 de enero de 2010

Cotidiana


En mi interrumpido paso por la facultad de literatura de la Universidad Javeriana, conoci a dos personas q marcaron mi vida, de formas diferentes...
Una de ellas, una mujer fantástica en dos de los tres sentidos que tiene la palabra, me ayudo a descubrir mucho de quien soy y me sigue sosteniendo desde la distancia, con su amistad e historia, cuando siento que voy a caer.
El otro, uno de esos amigos extraños, especiales y con quien no hay q explicarse porque te entiende siempre, desapareció de mi vida. O bueno, no logro saber de él, aunque siento que estoy a unos pasos atrás, a punto de encontrarlo.
La nuestra es una historia de desencuentros, que a pesar de ello lograron encontrarse 9 veces a lo largo de estos años desde que dejé Bogotá.
Muchas veces me levanto preguntándome dónde vivirá, qué estará haciendo o si acaso no está vivo.
Lo que más me cuesta de la distancia de las personas que me importan, es el perderme su cotidianidad. Notar su corte de pelo, la ropa nueva, los ojos hinchados por dormir o llorar.
A esta altura de la vida y sobretodo a esta distancia, sólo me contactan para las "grandes" cosas: los embarazos, los partos, los matrimonios, las muertes... y a veces ni para esas.
Yo quiero saber todo lo que se cuenta por teléfono. Las quejas por el tráfico, por los trámites interminables, el clima que no da tregua, las ampollas en los pies producto de los zapatos nuevos, las quemaduras sacando la tarta del horno.
Quiero preguntar y que me pregunten todo lo que se pregunta por teléfono. Cómo estuvo su día, cómo llegar a una dirección determinada, el teléfono de una amiga, si tienen un disfraz de puma para el acto del coelgio...
Pero como estamos lejos, esas cosas no son importantes. Y al final, nada lo es realmente; porque la vida es una chorrera de sucesos insignificantes, de pequeñas frustraciones e infimos triunfos que solo compartimos con el que está al lado, salvo que conscientemente logremos hacer un esfuerzo para que a pesar de todo, las pequeñísimas cosas diarias consigan recordarse en un e-mail y adornarse con algunas fotos.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Me fui a dormir llorándote


Anoche me fui a dormir llorandote.
Me averguenza a veces llorarte con tanta facilidad. Dos veces mentí y dije que era por otra cosa. No quería tener que explicar por qué sigo llorando.
Es común tener que dar explicaciones. La gente espera que llores la muerte de ciertas personas sin justificación: tu madre, tu padre, tus hijos tus hijas, hermanos, esposo o esposa... Pero hay que explicar por qué se llora al suegro de tu hermano. O a la primera esposa de tu tío. Tenemos que explicar por qué lloramos a la abuela de tu marido... "convengamos que no es alguien tan cercano". Con vos me pasa así. Tu forma de irte y tu edad me dan una cierta tregua. Pero como no te veía con frecuencia ni hablaba tanto de vos, toca dar ciertas explicaciones que a veces no tengo ganas.
Anoche me fui a dormir llorándote.
Tu muerte me ha llenado de miedo. Y me ha enseñado dolores que sé que existen pero que nunca había sentido. Esas ganas de permanecer en el estado mágico previo al sueño y encontrar la paz del corazón.
Anoche me fui a dormir llorándote. Llena de rabia por la ceguera de Diego, preocupado hoy por algo tan accidental como el dinero y yo me enojé y le grité; porque me sentí iluminada al saber que mi vida y la suya tienen la bendición de tener a nuestros chicos durmiendo en la cama, aunque no supiéramos qué darles de comer a la mañana siguiente. Y tu cama está vacía.
Por eso, anoche me fui a dormir llorándote.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Mis recuerdos también cumplen años


Hoy es el cumpleaños de uno de mis primos. Y en el saludo que le mandé, cliché como todos los saludos de cumpleaños, volví a escribirle (lo hice el año anterior y el otro) mis recuerdos del día de su nacimiento.
A pesar de la repetidera, pareció alegrarle ese listado de memorias inútiles y terminó con varias palabras de agradecimiento y muchos signos de exclamación.
Es curiosa la costumbre de aniversariar. Buenos y malos... estamos recordando los aniversarios. Eso lo herede de mi familia y me pregunto si en las demás familias se hace lo mismo...